Con referencia ha esta ley que permite a cualquier profesional con titulo universitario ejercer la docencia, es un desatino total por parte del gobierno. Pero ¿que quiere realmente el gobierno con esa ley? Acaso con desprestigiar más al docente al verdadero maestro. Sin duda que todo aquel profesional docente, el maestro que se forja en las aulas de la universidad especializándose justamente para enseñar, debe rechazar este mandato, porque sencillamente nosotros lo maestros de verdad con vocación tenemos un perfil que se ajusta a la especialidad de la enseñanza.
No todos pueden enseñar, los profesionales de otras ciencias durante su formación fueron moldeados para trabajar en un área; ya sea Ingeniería, Matemática Pura, Ciencias Biológicas, etc. y no para enseñar. En su vida universitaria no llevaron cursos de Pedagogía, Psicología, sociología, Didáctica, cursos fundamentales para ejercer la docencia.
En esta época donde el estudiante muestra desinterés por aprender, cree el presidente que otros profesionales tendrán la vocación para enseñar o tendrán los mecanismos necesario para quebrar el muro enseñanza-aprendizaje. El docente de vocación no solo tiene las herramientas, sino la paciencia, la tolerancia, además que tenemos el interés de que verdaderamente el estudiante aprenda y no aprender por aprender, sino que aprenda para la vida actual con un pensamiento crítico para trasformar su realidad y mejorarla.
Creo que en el aspecto complejo de enseñanza-aprendizaje el no profesional de la educación haría más tedioso el curso que enseñaría ya que emplearía un léxico tan complejo que los alumnos no entenderían y por lo tanto terminaría aborreciendo el curso. Donde las consecuencias seria lamentables; estudiantes solo con carreras técnicas, o empleados de una empresa proyectándonos por esta visón nuestro país caería en una nación sin cabeza y los únicos que gobernaría con todo seguridad sería una elite de políticos que por historia no han hecho nada por remediar los grandes problemas del país.
En temas de valores los únicos que estamos llamados a enseñar somos nosotros los docentes, ya que por nuestro amor a la enseñanza enseñamos también a amar a nuestros prójimos, a la naturaleza, no creo que todo ello podrían hacerlos los no profesionales de la educación.